¡Eeeh, tanque de la felicidad! La Cámara Federal porteña acaba de bajarle el pulgar heavy a Alberto Fernández: confirmaron el procesamiento con embargo de 300 palos por administración fraudulenta, malversación y abuso de poder en el decreto que obligaba a todos los organismos públicos a contratar seguros con Nación Seguros (la empresa estatal que después tercerizaba todo con brokers privados). El curro: Héctor Martínez Sosa (marido de la secretaria María Cantero, la de las fotos en el yate) se llevó comisiones millonarias, Pablo Torres García (amigo de Alberto) metió 20 empresas fantasma, y hasta ANSES terminó pagando 300 palos anuales por un seguro que antes costaba 20. Alberto y el ex titular de Nación Seguros, Alberto Pagliano, procesados y con olor a juicio oral cada vez más fuerte.
El quilombo revienta con la ironía más peronista de los últimos años: el mismo presidente que se la pasaba diciendo que “la corrupción era Macri” terminó procesado por firmar un decretito que le hacía ganar guita al marido de su secretaria personal y al amigo que le organizaba las cavas de vino en Olivos. Lo que empezó como “vamos a estatizar los seguros para cuidar la plata pública” terminó en un festival de comisiones privadas con olor a yate y Catamarca. Y encima la Cámara les dijo a los jueces de abajo: “che, investiguen más porque acá hay coimas grosas que todavía no tocaron”.
El golpe pega en lo simbólico heavy: mientras Alberto anda lloriqueando que es “lawfare” y “persecución política”, la Cámara (con jueces que no son macristas rabiosos) le confirma que el curro de los seguros fue un negociado clásico de manual: decreto a medida, broker amigo, guita que vuela del Estado a bolsillos privados. Para el peronismo es otro clavo en el ataúd 2027, y para los que odian la casta un “te lo dije” que sabe a gloria.
Yo, que vi más procesamientos presidenciales que empanadas en domingo, te digo la posta: si las comisiones fueron tan obscenas y el decreto salió de la mano de Alberto, esto no es lawfare, es curro berreta que se le cayó el telón. Equilibrio piola: que vaya a juicio oral rápido, declare todo lo que sabe y lo que no sabe también; si termina sobreseído, que vuelva con la frente alta. Pero hoy por hoy huele a condena más que a absolución, y el yate de Martínez Sosa ya no flota tan tranquilo.
¿Creés que Alberto termina condenado o lo salvan con otro sobreseimiento express?
¿María Cantero y el marido cantan la justa o se hacen los mudos eternos?
Contame tu visión, motoneta hacia el infinito: ¿esto es corrupción K clásica o puro revanchismo judicial 2.0? ¡Dale que quiero tu chamuyo filoso!

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