¡Eeeh, pibes, bienvenidos al primer episodio de "Casos sin...Resolver" en Aryentain, donde te cuento los casos que te dejan con el mate frío y el corazón en la boca! Yo, que la conozco lunga de kilombos que no se resuelven ni con rezos ni con policía, te traigo dos de los misterios más oscuros de la historia argentina: el "Caníbal de San Isidro" y el "Cazador de Mariposas".
Estos son serial killers criollos (de alpargatas y mate en mano) que nunca cayeron, dejando un rastro de sangre y preguntas que todavía dan vueltas como moscas alrededor de la carne que te olvidaste afuera de la heladera.
En esta entrega, nos metemos en el barro de los '70 y '80, cuando la Argentina era un caos de dictadura, represión y secretos que nadie quería desenterrar. Sentate, cebá un mate, y preparate para que se paren hasta los pelos de la naríz – porque estos no son cuentos de terror, son hechos reales que te van a dejar la sangre, como cubitos para Drácula.
Empecemos con el "Caníbal de San Isidro", un hijo de puta que parecía salido de una pesadilla de Stephen King pero con acento de rioba. Corría el año 1972, en la zona norte del conurbano – San Isidro, Martínez, Olivos –, cuando una serie de ataques violentos empezó a aterrorizar a la gente.
Las víctimas eran siempre mujeres jóvenes, atractivas y rubias, como si el tipo tuviera una fijación. Las sometía sexualmente, las estrangulaba con una fuerza bestial que les deshacía el cuello, y después las mutilaba, dejando marcas de mordidas profundas y pedazos de carne arrancados.
Osvaldo Raffo, el forense legendario que vio de todo, dijo años después: "Mataba por placer, como el 'Petiso Orejudo' o Robledo Puch. Eso es típico de un asesino en serie que considera que los humanos son un objeto de su propiedad, sus piezas privadas. Sentía excitación cuando mataba sin piedad. Con su fuerza bestial deshacía los cuellos. Es del tipo de asesinos predadores".
Imaginate, che: cinco cuerpos confirmados, todos con el mismo patrón – estrangulados, violados, mordidos –, encontrados en descampados o ríos de la zona. La Policía lo bautizó "Caníbal" porque los peritos encontraron huellas de dientes humanos en las víctimas, como si el loco este les hubiera metido un tarascón (¡hacete un arroz si tenés hambre, papá!).
La investigación fue un desastre: sospechas de un "psicópata local" con acceso a autos y conocimiento de la zona, pero nunca un nombre, ni una pista. Algunos dicen que era un vecino "normal", un tipo de familia bien que salía de noche a cazar. El caso se enfrió como un mate lavado, y hasta hoy, 53 años después, el Caníbal sigue siendo un fantasma que da vueltas como una sombra en San Isidro (y no precisamente pa´ jugar a los yobacas) .
Y ahora, pasemos al "Cazador de Mariposas", un misterio que te pone la piel de gallina porque mezcla impunidad, violencia y el horror de la época de plomo. Entre los años '80 y principios de los '90, en la Panamericana norte – Munro, Martínez, Villa Martelli, Tigre –, un asesino acechaba a prostitutas trans en la ruta.
Las mataba con golpes feroces, las desvestía y las dejaba tiradas en la banquina con alas de mariposas en las manos o en la boca, como un símbolo irónico de "liberación" o "transformación".
Quince víctimas estimadas, todas trans de 20 a 35 años, con cuerpos golpeados hasta la muerte y signos de tortura. Mariana Gutiérrez, investigadora especializada, explica: "Los conflictos en Munro, Martínez y Villa Martelli tenían que ver con peleas entre las travestis y quienes intermediaban en la venta de sexo de las prostitutas hetero.
Vicente López era un espacio vedado para las travestis, que solían recibir las agresiones de los fiolos o de la Policía que protegían el comercio sexual. En Tigre, en cambio, a veces eran personas que aleatoriamente disfrutaban del acto de matar a las travestis.
Y hay también registros de casos en los que eran asesinadas en hoteles y tiradas en la ruta. En general, los casos quedaban asentados como accidentes, sin que se produjeran mayores investigaciones". Los testimonios hablan de un método siniestro: autos sin identificación, posiblemente vehículos particulares de oficiales de la Bonaerense, con connivencia policial total. Todo sin investigar, parte de la violencia estructural contra la comunidad trans – impunidad que aún existe, con ecos en los 700 muertos en Río por operativos en 2024.
El bardo común de estos casos: la impunidad de una Argentina oscura. Ambos seriales operaron en épocas de represión – el Caníbal en pre-dictadura, el Cazador en los '80 con Policía cómplice. Raffo: "Los Serial killers ven a los humanos como objetos". Gutiérrez: "Policías en autos civiles, connivencia total – casos sin investigar".
Cinco víctimas del Caníbal, quince del Cazador; ninguno resuelto, dejando un rastro de familias destrozadas y preguntas eternas. En la próxima entrega, los otros dos casos que completan el informe – quedate atento, que el horror no termina.
Yo, que vi más misterios que carreras en San Isidro, te digo la posta: estos asesinos sueltos son el bardo de una Argentina que tapa sus sombras con olvido – ¿monstruos o productos de la época? Escuchá esto con luz prendida, che. O apagada si tenés huevos.
¿Creés que el Caníbal y el Cazador siguen libres o la impunidad policial los protegió? ¿Estos casos se resuelven algún día o quedan en el olvido? ¿Qué opinás de la violencia contra las trans en los 80s? Contame tu teoría, locura suspicaz, que el bardo criminal recién empieza...

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